martes, 14 de enero de 2014

EL ASCENSOR 14-01-2014

Ayer el día estaba nublado, hacia frío a primera hora de la mañana, pero bueno como todos los días y dando gracias a Dios, porque hay que dar gracias, en los días que corren en este país de poder ir a trabajar,
Sabéis no tengo ganas de meterme con nadie y no me voy a meter, voy hacer caso a mi prima Rocío y voy a contar la experiencia para mi graciosa y para otros traumática de habernos quedado encerrados en un ascensor.
Pues si, llegue al trabajo con pocas ganas de ir a un curso que nos iban a dar sobre cosas nuestras que realmente no os voy a contar porque ni las ibais a entender la mayoría y lo que podía hacer era aburriros y cuando llegara lo bueno de este relato estaríais aburridos y no lo dejaríais antes de termina. Ayer me quede encerrado en un ascensor, resulta que en el único descanso del mencionado curso, nos decidimos ir a tomar un café, entre que si salimos, que si no salimos que yo voy a mear, que yo bajo por las escaleras, lo de siempre, se llena el ascensor y yo sujetando la puerta para esperar a mis compañeros, al final montan los dos que faltan y nos disponemos a bajar en ese momento y entiendo yo, que para dar el tono erótico de la historia "espera, espera" un bomboncito de teleoperadora, que claro, como la íbamos a dejar tirada lo único que merecía la pena en todo el rellano, si os parece, no la espero.
Se cierran las puertas y el ascensor que no se mueve, "quieres dar al cero", no se movía porque nadie pulso al botón, uno de mis compañeros acertó a pulsar el cero y el cacharro se puso en marcha, cuando llegamos a la planta baja hace un ruido rarísimo al pararse y las puertas no se abren, damos un par de golpes, pero no se abren, por lo tanto a llamar al interfono, imaginaros la foto siete tíos rodeando al bomboncito y sin podernos mover no sea que la rocemos o algo y se moleste la muchacha, uno pulsa el botón y nos sale la voz de un guardia-jurado hembra
-Si, puesto central en que puedo ayudarle.
El negociador (yo)
-Mira nos hemos quedado encerrados en el ascensor.
Guardia-jurado hembra
-Vale tomo nota.
El negociador (yo)
-Gracias.
No se porque la di las gracias y no la pregunte que cuando nos iban a sacar, pero como nadie decía nada, yo tampoco, veía la cara de estos y al principio algunas risas y alguna broma que hacíamos al bomboncito, pero cuando pasaron aproximadamente no mas de cinco minutos, las caras de algunos se empezaban a desencajar, en ese momento.
Guardia-jurado hembra
-Que tal os encontráis
El negociador (yo)
-Bien, cuando van a venir a sacarnos.
Guardia-jurado hembra
En veinte minutos están aquí
No podéis haceros una imagen de ese momento, el interior del ascensor, que tiene espejos totalmente opacos por el calor que desprendíamos, alguno sudaba más de la cuenta y la chiquita daba ánimos "tranquilos que esto pasa muchas veces y vienen enseguida", enseguida, los cojones, ya la cosa iba por los veinte minutos y me veía haciendo el boca a boca y no al bomboncito precisamente.
Suena otra vez el interfono, que debe de haber un protocolo en estos casos de dar ánimos, pero que ánimos.
Guardia-jurado hembra
Chicos que tal estáis, no os preocupéis que esta de camino.
El negociador (yo)
Pero viene o no viene llevamos aquí casi tres cuartos de  hora y hace mucho calor.
Ahí ya nadie decía ni pío y en ese momento uno que empieza a tirar se de la corbata y a ponerse con una cara de terror que no os podéis imaginar, uno le intenta sujetar y como estábamos tan juntos, el de la cara de terror moviendo las manos con un ataque de nervios le suelta un codazo a uno de mis compañeros y le rompe la nariz y empieza a chorrear sangre, se desvanece para abajo porque para atrás no se podía caer. En ese momento abren la puerta, no os podéis imaginar al neurótico con los ojos saltones y empujando como si fuera a terminarse el oxigeno, yo sujetando a mi compañero, en menos de un segundo desaparecieron todos los del ascensor menos mis compañeros, el de mantenimiento y yo. 
Que cincuenta minutos más largos, bueno para vuestra información lo de la nariz se quedo en la sangre y el porrazo que tiene.

Hay días que es mejor quedarse en la cama y como digo muchas veces "Un hombre nervioso no vale para nada".


























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