Los valores que nos enseñaron nuestros padres y que nosotros
debemos enseñar a nuestros hijos, como la familia, la amistad, la verdad, el
respeto, la honestidad, la educación, la responsabilidad, el agradecimiento y
otros muchos más, hacen que la forja de
las personas sea mucho más madura con el paso de los años.
De todos estos valores y de otros muchos más, que son
factores importantísimos en el ser humano me voy a centrar en el
agradecimiento, que parece ser que es uno de estos valores que no se le da
importancia y se nos olvida enseguida a quien debemos algo y quien es el que ha
hecho algo por nosotros.
Desde que nacemos debemos de estar agradecidos a los que nos
dieron la vida, debemos estar agradecidos a esos padres que día a día nos dan
todo su amor, su tiempo y no escatiman en horas y horas de apoyo en nosotros.
Debemos ser agradecidos a esos profesores que nos enseñaron
tantas y tantas cosas, que lucharon todos los días con nosotros para intentar
darnos toda la sabiduría de la que ellos disponían.
En esta España de hoy, debemos de ser agradecidos a esos
abuelos que nos llevan al colegio, nos dan de comer, nos duchan y en algunos
casos hasta hacen los deberes con nosotros.
Debemos de ser agradecidos a esas personas que sin tener
porqué nos han ayudado en nuestras
carreras profesionales o nos han introducido en el mundo laboral.
Debemos de ser agradecidos por poder levantarnos por la mañana,
por tener trabajo, por comer todos los
días, debemos de ser agradecidos por tantas y tantas cosas, que sería imposible de enumerar todas.
Una persona que no es agradecida no debía de tener valor en
esta sociedad, esas personas como muchos jóvenes y no tan jóvenes de hoy en día,
que solo piensan en ellos mismos y dan de
lado a los que realmente deben todo lo que tienen, no tienen derecho a nada, piensan que son los que más saben y la verdad es, que son
tan ignorantes que no saben ni ser agradecidos a los que han hecho algo por
ellos, son tan sumamente egoístas, que creen, que si ellos hacen algo por otro,
eso si debe de ser altamente agradecido por la otra persona, sin darse cuenta que
lo mismo tenía que ir besando y babeando por todos los lugares
que pisase esa persona.
Todos los que lean esta pequeña reflexión y se puedan dar
por aludido, les pido que piensen un poco en que “Es de
bien nacido, ser agradecido”.
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