sábado, 22 de marzo de 2014

SINDICALISMO 22-03-2014

Ave María Purísima
Sin pecado concebida hijo, sin pecado concebida
Padre esta semana me acuso de vivir en un país en el que él obrero ha perdido el sentido del sindicalismo
Desde mi manera de pensar el sindicalismo, ha sido, y es, un instrumento imprescindible para la defensa y protección de los intereses de los trabajadores. Pensar en qué situación se encontrarían muchos trabajadores si los sindicatos no existieran. La reforma laboral solo sigue un camino, y este es el de reducir el papel de los sindicatos en aquello que les es más substancial, la negociación colectiva. El gobierno y sus aliados, saben que su enemigo principal en estos momentos es el sindicalismo, y por eso mediante acciones políticas, legislativas y también administrativas como la reducción del número de representantes sindicales y liberados en las empresas públicas, también algunos medios públicos adictos a este régimen se encargan siguiendo directrices muy claras de arremeter contra ellos.

Por favor no penséis que todo es malo y que todo es como nos cuentan, si es verdad que getas y que meten la mano en la caja los hay en todos los sitios, y aquí no sería menos, pero lo que hay que hacer dentro de los sindicatos si realmente se sabe algo de esto es denunciar y no dejar que se ensucie el trabajo de años y años de mucha buena gente que dio hasta la vida por defender los derechos que tenemos hoy en día.
Si no fuera por los sindicatos, no sé qué sería de nosotros los trabajadores, como nos defenderíamos de las directivas agresivas que siguen los comités de dirección de las empresas, cuando luchamos por nuestros convenios o simplemente cuando queremos defender nuestros derechos laborales o eso que esta tan de moda ahora ¿Quién nos defendería y negociaría en nombre en de todos los trabajadores de una empresa los numerosos ERES?

El sindicalismo ha sido siempre “el hermano pobre” del sistema. Decía mi paisano carabanchelino Marcelino Camacho “la democracia se ha quedado a la puerta de las empresas”. Pero el gran problema de los sindicatos es que no han tenido el suficiente apoyo público, ni institucional ni tampoco financiero, para ejercer su función, pero además de estos el trabajador, no todos, pero si una gran mayoría vieron pasar el apoyo a los sindicatos de refilón. Si todos los trabajadores estuviéramos afiliados y sindicados, pagáramos una cuota real y no representativa otro gallo nos cantaría y no se necesitaría subvención pública, pero claro esto debería de suceder también con los partidos políticos, quien quiera pertenecer a un partido que se lo pague.

El papel sindical dentro de la empresa privada, que es la que conozco ha ido perdiendo fuelle y creo que se ha llegado a un aburguesamiento demasiado peligroso, sé que esto que estoy diciendo, alguno le puede sentar mal, pero realmente es lo que pienso y dicho desde el corazón y sin hacer deméritos a los que han dado horas y horas de trabajo, de su descanso y de hasta su vida familiar, por todos los trabajadores y para más dolor muchos de esos trabajadores a la vuelta de los años les han dado la espalda, pero mi única intención con esto es hacer que el sindicalista se acerque más al obrero, que vea sus inquietudes, que no solo nos acerquemos a los afiliados, que intentemos que esos que no son afiliados, sean afiliados, dar vueltas por los departamentos y ver que se cuece, no esperar que se acerquen y nos cuenten, adelantarnos. Los representantes sindicales tienen la misión y el deber de saber lo que pasa, de primera mano, no esperar a lo que cuentan unos y otros. Esto espero que se tome como una crítica constructiva, para que el sindicalismo, este otra vez cerca del obrero, que parece que se ha alejado un poco.

Por otra parte no voy a dejar a todos esos obreros que se sienten muy sindicalistas sin nunca hacer nada y que además de siempre estar criticando a los que defienden nuestros derechos, no son capaces de tener ni las ideas medio claras, me refiero a todos esos que están en contra de todo, pero a la hora de la verdad, nunca están dispuestos hacer nada, a todos estos, les digo que a nadie le interesa hacer una huelga, nadie quiere conflictos en su puesto de trabajo, nadie quiere dar una mala imagen de su empresa y lo más importante a nadie le gusta perder dinero, pero cuando no hay más remedio se está a favor o se está en contra, no valen las medias tintas y tampoco valen los sobanabos que intentan contentar a todo el mundo, ya que estos son los peores, estos no me merecen ningún tipo de respeto. Me merecen todos mis respetos los que tienen las ideas claras para bien o para mal, a favor o en contra, para el sí o para el no, pero no me pidáis ningún respeto para los indecisos en momentos cruciales.  


Mi penitencia esta semana por como obrero perder el sentido del sindicalismo es “La dignidad en el trabajo es tan importante que ni tan siquiera el dinero debía de tener suficiente fuerza como para perderla, pero no en todos los casos la dignidad puede a la fuerza del dinero”.







                                         

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