Ave María Purísima
Sin pecado concebida hijo, sin pecado concebida. Padre esta semana me acuso de no estar
presente un año más con mi madre en esta festividad, también me acuso de
quererla tanto como la quiero sin tener por ello que celebrar nada, las madres
como los buenos hijos se conforman con bien poco, no es necesario estar todos
los días dorando la píldora y hacer cosas por el que dirán o yo soy mejor hijo
o hija que los otros.
Muchas veces pienso que soy un poco despegado, bueno más bien mucho y que
me gustaría en días tan señalados como este, ser el hijo modelo, la envidia de
todos los del alrededor y comportarme como un verdadero hijo, como ese hijo
modelo que quiere cualquier madre, pero eso sería mentira y además me tendría que
acusar encima de mentiroso.
Muchas veces me acuerdo cuando éramos pequeños los hermanos y mi madre
estaba con los cuatro prácticamente todo el día, primero levantándonos de la
cama, que ya era un triunfo, lavando a los más pequeñajos, poniendo desayunos,
llevándonos al colegio, luego de vuelta a casa y entre tanto, en ese intervalo
hacer la compra, llegar a casa y prepararla, hacer la comida, cuando se quería
dar cuenta otra vez al colegio a por nosotros y otra vez, pon la comida,
lavaros que nos vamos al cole, llevarnos al cole, traernos del cole, ponerse
con nosotros a los deberes, más tarde llegaba mi padre y le atendía como si uno
más de nosotros fuera, con ese cariño que nos atendía a todos y mi padre no iba
a ser menos.
Pocas veces la vi enfadada o con mala cara, ella siempre estaba ahí, para
tragarse las lágrimas cuando los
profesores la daban la matraca con lo malo que era su hijo mayor.
Me acuerdo del montón de veces que me tuvo que llevar a urgencias, cuando
no era por una brecha en la cabeza, era por una mano o una pierna rota y su
frase era siempre la misma “vaya propina que te has buscado”, pero siempre sin
ningún reproche.
Ahora ya somos todos mayores y estoy seguro que cada uno tenemos en nuestra
cabeza esa infancia feliz junto a ella, y él, me refiero a mí padre. Él nos
dejó sin dar un ruido, pero la que más perdió fue ella, que se quedó huérfana
de su marido, del compañero suyo de toda la vida, del padre de los hijos que mañana
te felicitaran uno a uno, una directamente y los otros tres por teléfono.
Mi madre, las madres es donde primero acudimos los hijos cuando tenemos
problemas, quien sin preguntarnos sabe lo qué nos pasa, siempre podemos contar
con ella. Por más errores que cometamos en nuestras vidas, siempre estará ahí
para recibirnos de nuevo. Porque como se suele decir “madre no hay más que
una”.
Por eso, se merecen más que una flor, un perfume o un regalo. Se merecen
que cada día les demostremos cuanto las queremos y que les digamos lo
importantes que son para nosotros. Todos los días, horas, minutos, son el día
de la Madre.
El Día de la Madre en España se celebra todos los años el primer domingo de
Mayo, será principalmente porqué a los grandes almacenes les interesa, como ya
he dicho anteriormente no son necesarios perfumes caros, ni regalos ostentosos,
las madres se conforman con un beso de verdad y un té quiero.
Mi penitencia esta
semana, como no creo en los días, creo en lo que me dice mi corazón y mi día de
la madre es hoy y todos los días de mí vida, “Mama, sin
ti no podría ser lo que soy, tú me diste la vida y me enseñaste a caminar por
ella”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario